HANNA BARBERA
Cuando yo era niño, creía que Hanna Barbera era una gringaza anglosajona,
que se vestía con unos shorts de jean recortados y con su pelo largo medio
hippie super rubio caído sobre sus hombros pecositos, que tomaba sol en bikini
en las playas de Miami, pero, lo que más me impresionaba era pensar, como esa mamachiiiita
hermosísima valkiria rubia como el sol, a tan corta edad, podía haber fundado
una compañía de hiciese tantos dibujos animados y sobre todo, como había creado
con su propia pluma e ingenio toda esa retahíla o ristra de personajes y
personajillos, paisajes, ambientes, situaciones, escenarios y diálogos, que se
veían desde antes de que yo naciese, que así como Mickey había copado el
negocio del cine y los parques de atracciones, Hanna se había apropiado del
negocio de la televisión.
Me la imaginaba en los estudios de su propiedad dirigiendo su negocio entre señores muy sesudos, en camisa y laboriosos, sin duda era la combinación perfecta de belleza pura y de inteligencia y cultura, un éxito (pucha, era casi como Penélope Glamour – en ingles Penelope Pitstop – y sus dibujantes se me hacían como los siete enanos de esa serie).
Me la imaginaba en los estudios de su propiedad dirigiendo su negocio entre señores muy sesudos, en camisa y laboriosos, sin duda era la combinación perfecta de belleza pura y de inteligencia y cultura, un éxito (pucha, era casi como Penélope Glamour – en ingles Penelope Pitstop – y sus dibujantes se me hacían como los siete enanos de esa serie).
Pasaron no muchos años, y cuando yo tendría 10 u 11 años, me enteré que
Hanna Barbera eran los apellidos de Willian Hanna y Joseph Barbera, ¡eran
señores! A la sazón, ya en esos años eran dos viejitos risueños que parecían
todo lo opuesto a la bien nutrida Hanna de mis fantasías inocentes, pero
(¿¿¿???) que decepción, igual que todo lo que vendría después en la mayoría de cosas que uno imagina, y no es como uno creía. Es
como los mismos dibujos animados, dibujos aniñados diría, donde se ve todo como
un mundo divertido en el que vale pena vivir, pero que no son para nada como la
vida real… bueno, es así, ya está, estaba todo bien, con Mickey y Hanna, hasta que
en esos días llegaron por estos lugares, a través del mar frío y verde más grande
del mundo, nadando desde el otro lado del Océano Pacífico... si, ¡los Kaijus, y
arrasaron con Titeretambo!.
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